Aquel día que te recordé
- albertolidia5
- 2 dic 2014
- 2 Min. de lectura
Un día, el cual llovía igual que hoy, recordé a alguien que ya no existe en este lugar. Sin duda alguna, mis lágrimas se derramaron como una avalancha de nieve y fue en ese mismo instante cuando alguien me dijo que las personas son lo que hacen. Son lo que dicen que hacen y también son lo que recuerdan de él. Sobre todo, son lo que esa gente siente cuando se les recuerda.
Fue así como llegue a la conclusión de pensar que la satisfacción es la necesidad de autoestima que conduce a sentimientos de auto-confianza, valía, fuerza, capacidad y suficiencia, de ser útil y necesario en el mundo.
Me di cuenta que tal vez no pueda cambiar el pasado, pero siempre podré hacer algo para mejorar el futuro y que el éxito es la capacidad de ir de un fracaso a otro sin perder entusiasmo.
Aprendí que la autoestima es la mejor fórmula de belleza; quién se siente a gusto consigo mismo irradia confianza, y esto resulta atractivo para los demás.
Además pude afrontar mis miedos razonando que los pensamientos me llevarían a mis propósitos, mis propósitos a mis acciones, mis acciones a mis hábitos y ellos a mi carácter, quien me conducirá a determinar mi destino.
A día de hoy, sigo recordándote pero aprendí que siempre me seguiste a todos lados y aún lo sigues haciendo, que permaneces viva en mi memoria y te cobijas en mi corazón. Gracias a mi mejor amigo, el fisioterapeuta, quiero ser dueña de mi destino y pienso desviar mi rumbo hacía un lugar mejor, sin duda entre todos mis pasos, tú estarás conmigo.
Creí que todo sería posible en la medida en la que yo crea que lo sea.


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